jueves, noviembre 08, 2007

¡Ferrari Campeón!




Viernes 26 llego a lo de Luis y me encuentro con un espectáculo poco agradable. Verán, el susodicho decidió que quería liarse de por vida con su novia -craso error, si me preguntan (y si no, también)-, por lo que su hermano Facundo le organizó su despedida de solteros. La misma consistía en tres partes:

Embriagarlo

Pelvis

Travas

Así que vamos por partes:

Como les decía, llegué y lo veo con el torso desnudo, el pecho pintarrajeado de rojo y un vaso amplio con una bebida de dudosa procedencia. En el recinto se encontraban Facundo (el hermano), Omar y una miríada de desconocidos. Ok, eran tres más nomás, Mariano, un compañero de laburo de quien nunca aprendí el nombre y Nicolás, otro hermano.

Facundo dirigía, Mariano ejercía coerción y los demás nos reíamos. A la orden de “menos charla y más bebida” se obligó a la víctima a beber una botella de tinto y un tanto de cerveza. De más está decir que su estado psicológico terminó dejando qué desear.

Divertida anécdota: en el interín del asunto, y estando todavía la víctima en estado coherente, tiene el tupé de atender su teléfono celular, sólo para recibir alaridos y maltratos por parte de los allí presentes. Al retirarle el teléfono en plena charla, nos enteramos de que estaba hablando con su futura señora, a la que no-muy-cortezmente se le sugirió no reincidir.

Retomando (que es lo que Luis hacía en ese momento), se lo obligó a ponerse una sunga y un corpiño rellenado con un par de medias (¿Cómo que se van a perder? Entonces usen otras)

Calzándolo con un par de zapatos/botas de Jesica, lo subimos al auto de Hernán, primo de Jesica quien arrivara poco antes.

Un curioso detalle fue que a la mitad de los vecinos de Luis se les dio por salir a hacer sus cotideaneidades exactamente a la hora en que lo sacábamos del edificio, por lo que medio consorcio se enteró de que tenían un vecino que se casaba y al que le quedaba mal el corpiño.

Monroe a Crámer a Av. de los Incas a Forest a Corrientes. Bocinazos y fotos. Luis saludando a la gente desde el baúl. La gente horrorizada, aunque no estoy del todo seguro si era por el espectáculo, porque el soperútano se bajaba del auto y pedía monedas en las ventanillas de los conductores o por el hecho del casamiento en sí. Mientras tanto, rogábamos que en su estado de alcohólico no le hiciera ningún ademán a los oficiales de policía con que nos cruzábamos, porque si bien hubiera sido divertido ver cómo se lo llevaban preso, no sé cuánto hubiera durado guardado sólo con sunga y corpiño.

Llegamos a destino (Pelvis) y procedemos a entrar al Paraíso. Un paraíso bastante literal, donde todo es “mira pero no toques”, por más que ganas no falten. La libido aumentaba en forma exponencial. Arrivaron un par de amigos más, así como Santiago -el otro hermano-, pero no llegamos a ser doce, número mínimo a partir del cual el local enviaba una señorita a bailar a la mesa (durante los preparativos, el nombre clave de esto era “enano”).

En una mesa cercana se desarrollaba otra despedida de solteros, con el pobre diablo disfrazado de He-Man, atendidos por la que probablemente sea la mina de carne y hueso más linda y fuerte que haya visto en la vida.

Antendidos por la servicial Patricia, hicimos honor a la comida y bebida libre, haciendo correr pizza tras pizza y cerveza tras cerveza, simulando prácticamente una cinta en la que los chopps llegaban llenos y se retiraban vacíos una y otra vez.

Y comenzó el show. Primero un par de bailes en las barras que hicieron que el comentario de ¿Dónde queda el bulo más cercano? se repitiera cada cinco segundos. Luego -aporte mediante- un show privado para nuestro homenajeado. Una señorita vestida con un atuendo de promotora de Ferrari sentó a Luis frente a todos y comenzó a desnudarse con un sensual baile. Esta señorita era la misma que estaba sirviendo en la mesa contigua. Mano va, mano viene (ambas de la srita, porque Luis se estaba por casar... Y estaba consciente de que ante el menor improperio nos iban a echar a tiros), Luis termina semi desnudo, agradeciendo haber tomado tanto que le fuera imposible pararse. Por lo pronto, el resto de nosotros terminó averiguando dónde estaba el breca más cercano (ahí a la vuelta).

Luego de un par de pizzas, cervezas y babas más, se le otorgó un nuevo show a Luis. Esta vez de parte de una inmensa mujer de tez morena y holgada vestimenta. ¡La puta!- pensamos todos al unísono -¡Es un trava!-. Comienza el show y la vemos manoseándolo, apoyándose en él, bailándole y desvistiéndose de a poco; siempre con caras de horrorizados. Más manos corren y más ropas vuelan, hasta que el momento del climax llega. Se saca la pollera y... ERA MUJER NOMÁS. Todos respiramos aliviados. Nos enteramos después que entre zarandeo y revoleo, la dama le había anticipado a Luis: No te preocupes que soy nena.

Unas cuantas pizzas después le tocó el turno a He-Man. Primero tuvo una sesión con la nena, aunque sus amigos no tuvieron que asustarse por nada pues habían visto el show anterior.

Pero lo mejor fue el siguiente show privado de He-Man, donde una rubia y Ferrari, ambas vestidas de colegialas, lo echaron al piso y se manoseaban, besaban y desnudaban entre ellas. Estaba decidido: la próxima parada de la gira sería un puterío.

Un par de horas y bebidas después salimos del recinto. Mientras los conductores intentaban sacar sus vehículos del sobrepopulado estacionamiento, a Luis no se le ocurrió mejor idea que ir a la cola de un boliche de enfrente a comentar su futura situación marital y pedir monedas.

Luego de 15 a 20 minutos, junto con Nicolás veo pasar el auto de Facu. Lo seguimos un par de metros y veo que no se detiene. Dobla la esquina y se frena junto al auto de Santiago; me digo ahí se dio cuenta y avanzo en su dirección, pero el auto simplemente arrancó... Ok... ¡Estamos jodidos!

Afortunadamente la telefonía celular argentina no me defraudó en esta ocasión y prontamente fuimos recogidos (en el sentido de que nos vinieron a buscar) y enfilamos para Palermo para hacer que Luis se saque fotos con travas. Sin embargo, y debido a que pareciera que el hermano de Luis no ve un noticioso desde hace años, enfilamos para Godoy Cruz. Desafortunadamente esa zona ha dejado de albergar a los transvestistas. Decepcionados y ya agotados -porque la gran mayoría estábamos despiertos desde las 6am-, decidimos que ya era hora de partir. Pusimos a Luis un poco más presentable, con un boxer y mi campera, y enfiló para el lugar donde se encontraba su consorte. El resto rumbeamos para Puente Saavedra, donde la aventura terminó.

Dicho sea de paso, a la fecha sigo sin mi campera.