lunes, diciembre 18, 2006

So long and thanks for all the cheese

Después de casi cuatro años, parece que finalmente he conseguido salir de la trampa del Estado. Me he librado de las ataduras y he conseguido un nuevo empleo. A partir del 18 de diciembre, y por intermedio de una consultora, entraré en el área de desarrollo de Movistar.

¿Es por más plata? ¿Son menos horas? se preguntarán Uds. La respuesta a ambas es un rotundo y sonoro NO.

Su siguiente pregunta entonces sería -bah, la mía por lo menos- ¿Por qué mierda lo hacés, pedazo de gaznápido? La respuesta es bastante simple, de hecho: Hoy por hoy puedo decir orgulloso que estoy a mitad de carrera y aún no tengo ABSOLUTAMENTE nada de experiencia en lo que a mí me interesa.

La decisión no fue fácil. Estaba cómodo en mi laburo; la gente -en su mayoría- es una masa; y mi jefa es una de las personas más decentes que haya conocido. Esto me convenció de quedarme todo el tiempo que estuve ahí.

A principio de año me di cuenta de que ya no daba para más y comencé a buscar otros horizontes. Primero intenté pasarme al área de Redes del lugar -que queda a 50mts de mi actual oficina-, pero ciertos problemas entre el jefe del lugar y mi viejo -pasé de ser “Federico” a ser “el hijo de Mendez”- hicieron que se tornara más difícil que ponerla.

Como le comenté sobre mi imposibilidad de mudarme a mi jefa y le comuniqué mi intención de finalmente retirarme¹, se lo dijimos al Director del Centro. Desde ese momento pasé a ser, para él y la Coordinadora, “el que se va a ir”.

El tiempo pasó, pero la situación era piloteable, en la medida en que no se mencionara ningún atisbo de partida.

En agosto se aprobó el ingreso de una nueva compañera en mi sector: Micaela, mi relevo y suplente cuando me consiguiera ir. El 28 de noviembre se consiguió que comenzara a trabajar. Burocracia, que le dicen.

Las dos últimas semanas fueron frenéticas. Que enseñarle a la nueva las virtudes de trabajar en el Estado (mentirle, bah); que “ya te falta poco”; que “tenés que terminar esto, esto otro y esto de allá a lo lejos”. Dos semanas de locos, pero con un final esplendoroso: Asado el 14 - Fiesta el 15.

El 14 hicimos el famoso asado de fin de año del sector. Mucha comida, aún más bebida. Como una nota aparte, fue en ese momento que decidí no presentarme al recuperatorio de SisOp (con la evidente consecuencia de la reprobación).

Hubieron risas, hicimos el amigo invisible, donde cabe destacar que un sector de los que conformamos la juventud lechera recibimos varios porrones de cerveza importada -que fuera lo que discutiéramos meses antes bajo el título de “¿Qué le regalás a un hombre?” durante el almuerzo-.

A modo de regalo de despedida, fui agraciado con un arrrrmoso reloj, así como con una emotiva tarjeta por todos firmada.

Cabe destacar que Hernán concretó su plan de ponerse en pedo en el asado, en una especie de homenaje a su cuarto asado de fin de año. Digo que fue planeado porque no llevó al hijo al jardín de infantes en el día de hoy.

El 15 lo único que no hice fue laburar. Era, por una parte, mi último día; y por el otro, el día estipulado para la fiesta de fin de año del INTI en general. Equipado con un mochilón vacío, me dediqué a recapturar mis pertenencias que dormían el sueño de los justos desde hacía cuatro años.

Llegó la hora de la fiesta y nos encontramos sentados en un par de mesas bajo unos árboles junto al jardín de infantes (más detalles, haber estado ahí). Empezamos con unos someros canapés y espaditas capresse, acompañados de gaseosa. Al ver que la gente se empezaba a desesperar, comenzaron a traer la cerveza.

Fueron horas de cerveza + sánguches de mostaza con lomito (sí, así de mucha mostaza ponían los muy putos), acompañadas de discursos presidenciales y espectáculos en vivo -destáquese la presentación de Ariel Gravano, nuestro locólogo, en guitarra-. Para las cuatro, se armó el cachengue. Reggaeton va, salsa viene, sidras y cervezas recorrían el predio y la coca manchaba el pantalón nuevo de Laura. Bailamos a más no poder, y cuando quisieron coartar nuestra libertad de baile, se oyó al unísono un “Ponele onda, la puta que lo parió”. Así de jodidos somos los estatales.

La joda duró una horita más y después volvimos al centro. Los sobrevivientes (Germán, Lili y yo), tras realizar un par de llamadas a Carlos, brindamos con uno de los porrones de cerveza antes mencionados y un queso.

A las 22 nos encontramos en el Palacio de la Pizza, punto de encuentro de aquellos que no cuentan con mucho dinero pero saben apreciar la buena pizza. De los invitados me encontré conque unos pocos pudieron asistir. Fue una velada íntima entre Lili, Tony, Germán, Mica y yo. Cerveza, risas, cerveza, comida, cerveza, comida, cerveza. A la 1am nos retiramos. La idea era ir para The Temple Bar, pero los ánimos no estaban para tanto. De todas maneras, Ger me iba a acompañar, si no fuera porque se me dio por mencionar la siguiente frase: “Fer está en una fiesta con biólogas”. Sepan que no pueden mencionar fiesta y biólogas en la misma oración frente a él. Le mandamos un mensaje al susodicho Fernando preguntando si la fiesta continuaba. Su respuesta fue ESTÁ AL PALO! VNGAN! Acto seguido, quince minutos esperando la llegada del 45. Cuando finalmente nos lo tomamos, le mando otro mensaje a Fer avisándole de nuestro advenimiento y nos dice “Apúrense que a las tres termina” ¡Crap!

Llegamos y vimos que ya no había alcohol. Fea la actitú. Bueno, nos quedamos hasta el final y vimos a Fer completamente ebrio (recordemos que él, al igual que yo, venía bebiendo desde las 13) “bailando”.

Al terminar, y tras 30 minutos de decisiones (sí, treinta), Germán, Fernando, sus amigos de la facu y yo terminamos en Plaza Serrano. Cuando decidieron ir a McDonalds, vi que mi día había llegado a su fin (a las 6am).

¹ Que quede en claro: Mi jefa me dijo el primer día “yo sé que vos te vas a terminar yendo”

Aquí concluiría mi relato, pero quisiera dedicarles unas palabras a aquellos que realmente hicieron que valieran la pena estos últimos cuatro años. A los que no les interese, pueden cerrar la página, o ver el video del final antes.

Lili

Pocas personas hay como ella. Si la integridad tuviera una definición fehaciente, la tendría a ella como ejemplo.

Germán

El amigo por definición. Siempre compañero para cualquier actividad

Hernán

Piratón de primera línea, un grande cuyo filio reformó. Sus comentarios subidos de tono serán recordados

Tony

Barney, Mamú, etc. El grandote bonazo del Centro. Pelado botón.

Lau

Buffarella en persona y cocinera consumada. Siempre resongando, pero siempre alegrándonos la existencia y permitiéndonos reírnos de ella

Cintia

La Coca, nuestra cariñosa boca sucia. Siempre al pie del cañón, aunque siempre con una queja entre manos.

Marcos

El nuevo, por decirlo de alguna forma. Desde que no está más ocupado en el Centro -por así decirlo- he descubierto a una persona de mi calaña.

Fernando

El actor. Todo lo que se dijera terminaba en un chiste suyo, donde imposta la voz y hace gestos.

Pato

Nuestra bailarina cuasi-exótica y postrera (porque hace postres). Nena, a ver si subís un poco la autoestima

Mica

El último orejón del tarro. En quince días que estuvo, se hizo querer la guacha. Looooocaaa

Y a los que ya no están

Carlos

Gallego a la fuerza y bostero de corazón. Cuando vengas de visita, te vamos a dar una manta para que te cubras el pecho frío.

Flor

Mi “hermanita”. Es un lazo muy especial el que nos une.

Diego

El otro piratón, embajador argentino ante las visitantes sudamericanas. Este biólogo no dejó país sin “visitar”.





PD: Los videos de Pato y Roberto bailando se los debo para cuando tenga un cable de datos del celular.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Si la grosura tendría que representarse fisicamente en un ser humano, tendría tu cara